jueves, 9 de agosto de 2012

           GUTIERRE  DE CETINA
                (1520-1557)

             MADRIGAL
 
  Ojos claros, serenos,
   si de un dulce mirar sois alabados,
  ¿Porqué, si me miráis, miráis airados?
   si cuando más piadosos,
  más bellos parecéis a aquel que os mira,              
  No me miréis con ira,
  porque no parezcáis menos hermosos.
   ¡Ay tormentos rabiosos!
     ojos claros, serenos,
  Ya que así me miráis , miradme al menos.  

       FEDERICO GARCIA LORCA
               (1899-1936)

    Hoy siento en el corazón
    un vago temblor de estrellas
    pero mi senda se pierde
    en el alma de la niebla.
   La luz me troncha las alas
   y el dolor de mi tristeza
   va mojando los recuerdos
   en la fuente de la idea.
   Todas las rosas son blancas,


  tan blancas como mi pena,   
   y no son las rosas blancas,
   que ha nevado sobre ellas.
  Antes tuvieron el iris,
  también sobre el alma nieva,
  la nieve del alma tuene
  copos de besos y escenas
  que se hundieron en la sombra
  o en la luz del que las piensa.
  La nieve cae de las rosas
  pero la del alma queda,
  y la garra de los años
  hace un sudario con ellas.
  ¿ Se deshelará la nieve
     cuando la muerte nos lleva?
  ¿ O  después habrá otra nieve
    y otras rosas más perfectas?
  ¿ Será la paz con nosotros
    como cristo nos enseña?
  ¿ O nunca será posible
     la solución del problema?
  ¿ Y si el amor nos engaña?
  ¿ Quién la vida nos alienta
    si el crepúsculo nos hunde
    en la verdadera ciéncia
   del bién que quizá no exista
   y del mal que late cerca?
  ¿ Si la esperanza se apaga
 y la Babel comienza,
   qué antorcha iluminará
   los caminos de la tierra?
  ¿ si el azul es un sueño,
     que será de la inocencia?
  ¿ Que será del corazón
     si el amor no tiene flechas?  
  ¿ Si la muerte es la muerte,
    que será de los poetas
    y de las cosas dormidas
    que ya nadie las recuerda? 
   ! Oh sol de las esperanzas!
   ¡Agua clara! ¡ Luna nueva!
  ¡Corazones de los niños!
  ¡ Alma ruda de las piedras!
   Hoy siento en el corazón
    un vago temblor de estrellas
  y todas las rosas son
  tan blancas como mi pena. 

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